Donde retumban las voces, donde están los Buenos Aires,
si hueles perfumadita a cemento y alquitranes.
Urbanizada señora nada te importa de nadie,
corriendo tras el apuro nos perdemos por tus calles.
Baldosas de mil colores voy de vereda en vereda
y paso a paso observando tu extraña naturaleza.
En una de tus esquinas me imaginaba un paisaje
y me gritó el alboroto que esta es la tierra de nadie.
Por tus cien barrios porteños dicen que pasa la vida
y entre tantos habitantes voy buscando una sonrisa.
Vives de acontecimientos de dichas y desencuentros
y luchan sin tregua alguna esperanzas, desalientos.
No cabe ninguna duda que Dios está en todas partes,
pero hay muchos que lo han visto atendiendo en Buenos Aires.
En una de tus esquinas me imaginaba un paisaje
y me gritó el alboroto que esta es la tierra de nadie.