Dijo ella ante la muerte: ahora que tú vienes, vieja indeseable, he aprendido a vivir.
Las cosas más importantes, con cierta frecuencia, nos llegan muy tarde, ya no tienen remedio.
Que la vida es jodida nadie lo duda, y la parca no tiene pinta de ser un chollo.
Me aplico a la tarea de ser un buen equilibrista, solista en tu orquesta, virtuoso en tu cuerpo.
Si me caigo, aprendo, si aún respiro, lucho, me abandono a este segundo.
Y en las largas noches del invierno vivo en tu casa del olvido.
Un susurro de abandono en tu casa del olvido.