Por las calles torcidas del pecado jugaba el placer al escondite, en la feria de los espejismos guardaba cola la imbecilidad.
En la azotea jugando a los bolos, el miedo y la mediocridad.
Me voy de aquí, no aguanto más, quiero mojarme en un mar de dulces pecados.
Tu lengua de gata que baila por mi vientre, que lame heridas y enciende fuegos, sucio y mimoso siempre te estoy buscando, y pierdo el norte y te pierdo a ti.
Me gusta hablar y pasear, que me acaricies y follar contigo.
Cierro la puerta al vendedor de cadenas, porque lo bueno apenas cuesta dinero.
No, no, no quiero ser un mártir más de esta farsa cruel y absurda.
Que no, que los marrones llegan solos y el placer hay que buscarlo.
Llovieron penas sobre un tejado roto, tiendo mi cuerpo al calorcito de tus besos, dicen que el tiempo es caricia para quien nunca lo cuenta.
Por las calles torcidas del pecado