L. y M. F. Delgadillo, diciembre 1996 La llamada de Guillermo no fue un ejemplo de casualidad. l es mayor, que yo unos aos, ya no pens que se fuera a casar. En la boda de primo Guillermo algo de m me lo volv a encontrar. La recepcin reuni en la tarde rboles, sombras y un jardn con un sinfn de rostros tan queridos que hoy se agigantan ante m. La foto con mis hermanos, yo abrazo a m ta me hizo falta la voz del to que ya no est pero por los que se van vi las sonrisas nuevas rostros infantiles, aire familiar. Mi abuela habl con su hermano y se lo dijo todo chistes que en la mesa suban de color. Fue cayendo la tarde que huy en tonos rojos entre bailes, msica, ruido y color. La boda de primo Guillermo no fue un evento de casualidad. Hubo algo como el amor de novios
y reencuentros que Guillermo arm y para cuando la noche hubo recuerdos que la luna ilumin. Primo, sabas que an guardo unos soldados que no han ido nunca a un campo de batalla para cuando ande contigo yo no s donde cavar trincheras a las que quieras mirar, si, eras mi hermano mayor y yo que no recuerdo cuando dejaste de jugar. Sera en la escuela o las fiestas no tenamos novia ni tenamos otra cosa que soar. Soar en esos caminos que llevaban lejos, y que nunca nos volvieron a juntar. La boda de Primo Guillermo me cit para celebrar En la boda de Guillermo las copas que me tom de ms llevaron mi alma a sus extremos y desbordaron mi felicidad me repuse con un da de asueto pero el recuerdo permanecer.