En la oscuridad las sombras toman vida, Y la falta de colores crea imágenes escondidas. Noche desabriga, piel cautiva, y yo a tu costilla, Hipnotizado al mando de tu olor. En la oscuridad, se hinchan los labios de la dicha, Manos observan sin prisa, sonidos enfatizan, Y todo el viento nos traspasa y pasa, Y la sensación no acaba, tarda. En la oscuridad, abro surcos en mi pecho, Para que entre tu gracia en mí tu techo, tú casa, Rico ritual de intimidad. En la oscuridad pongo todo en el ritmo, Y del resto se encarga el instinto. En la oscuridad, me pongo de cuclillas, Y te expongo al instante al temblor de una estampida. Siento tu piel como se eriza, Y así se destila en nosotros el futuro. En la oscuridad, me tomo el tiempo necesario, Tiempo que no es en vano, el tiempo en que nos exploramos. Llegamos a la cima, y nos quedamos allá arriba,
Lejos de la ciudad. En la oscuridad, abro surcos en mi pecho, Para que entre tu gracia, en mí tu techo, tú casa, Rico ritual de intimidad. En la oscuridad, pongo todo en el ritmo, Y del resto se encarga el instinto. En la oscuridad… En la oscuridad… En la oscuridad… En la oscuridad… En la oscuridad, abro surcos en mi pecho, Para que entre tu gracia, en mí tu techo, tú casa, Rico ritual de intimidad. En la oscuridad, pongo todo en el ritmo, Y del resto se encarga el instinto. En la oscuridad, abro surcos en mi pecho, Para que entre tu gracia, en mí tu techo, tú casa, Rico ritual de intimidad. En la oscuridad, pongo todo en el ritmo, Y del resto se encarga el instinto. En la oscuridad… En la oscuridad… En la oscuridad… En la oscuridad.