Si en tus enojos decides castigar al que ha cantado Cuando haya quebrantado tu Ley Santa Haz que le ahogue el llanto de sus ojos Haz que padezca triste y desolado Siembra abrojos debajo de sus plantas
Ponle canas y arrugas en la frente Pero déjale voz en la garganta Porque bien sabes tú, Dios providente Que aunque todo lo sufra humildemente Ya no podrá vivir si ya no canta