Me he acordado de tí
al leer una carta
que estaba dentro
de una caja olvidada.
Recuerdos y fetiches que guardamos y no tiramos.
Estaba la chaqueta que vestía mis ideas.
Me la he vuelto a poner
y he ido al bar
donde nuestros problemas encontraban respuestas.
Ya no está el futbolín, ni aquel viejo gruñón
que nos servía absenta en medio de nuestras tormentas.
Entonces no nos planteábamos el suicidio
tampoco veíamos colores tristes.
Todos brillaban.
Todos eran felices.
El sol nos cegaba
mientras nosotros lo mirábamos
y sonreíamos felices.
Ya no van a cenar las enfermeras del hospital.
Han salvado sus vidas entre morfina y champagne