Su padre es vago, su medre es santa y ella la que canta; en la familia, el único listo, su hermano Francisco, becado en Holanda, y allí vive con una holandesa de padre belga y madre danesa. Lucía es la corista de una orquesta de poca monta, aunque ni canta ni es artista, pero nadie se lo nota. Y qué carisma tiene Lucía, si nunca tuvo ni un buen desnudo, ¡quién lo diría! Y toca el límite de lo decente, se peina y siente como una diva en los años veinte. A ella, que no lo niega, le pone de buen humor el ron,
de ahí, que alguna vez, sin razón aparente, se caiga de repente, y es que su padre, aparte de vago, pasó las tardes de trago en trago. Hay días que no va por casa, pudiera ser que tuviera una gala, su madre calla, su padre no habla, porque la niña es la que canta. Y qué carisma tiene Lucía, si nunca tuvo ni un buen desnudo, ¡quién lo diría! Y toca el límite de lo decente, se peina y siente como una diva en los años veinte. Y qué carisma tiene...