Con esa forma extraña que tienes de decir las cosas más normales para hacerme reír con esa boca que es el mejor sitio para perderse un rato. Con esa cara guapa de Arcángel San Gabriel y esa mirada vaga que acaricia la piel con ese andar flexible y silencioso que recuerda al de un gato y esa expresión que tienes cuando quieres del que nunca en su vida ha roto un plato. Hay que ver sin embargo
qué malo eres, empeñado en decirme que no me quieres. Con ese cuerpo sabio que me impide dormir y esa vida en los labios que quiero para mí con ese gesto ausente y pensativo que pones al mirarme y esas manos que, aunque no te des cuenta han sido hechas para acariciarme. Hay que ver sin embargo qué malo eres, empeñado en decirme que no me quieres.