De chisme en chisme, de boca en boca, su nombre jugueteaba en las conciencias locas. Presta al manoseo y al primer deseo, rociaba la Habana con su balanceo. No hubo adolescente que no la siguiera pa' anotarse al hombro una aventura nueva. Presa del murmullo y del comentario, y de que un chiquillo se entretenga un rato. ¡Qué lástima! tanta piel echada al fuego, tanto amor fiado al menos en deuda y mancha.
¡Qué lástima! tanta flor tirada al fuego, marchitas no se ofrecen luego mi amiga... ni a dos por medio. Linda, coqueta y arreglada, reina en la intriga y la mala jugada; fiel propaganda de un libre mundo, donde el cariño muere cada segundo. Vuela encantadora, princesa del barrio, de mirada clara y vestido ajustado; hoy es viva estampa de un tiempo perdido del que no ha quedado una semilla ni el reír de un niño.