El privilegio de la soledad
de un hombre solo
no es más que estarse con uno mismo
y andar despacio.
un soliloquio en la quietud
y en el misterio de no estar tú
sin rendir cuentas a la alegría
ni a los demonios.
El privilegio de la soledad
es más bien poco
estar conmigo dentro de mí
de vez en cuando.
un exorcismo de la humildad
sin los rezagos de la piedad
el privilegio de la soledad
no tiene apodos.
Es volverse música y resplandor
despeñadero y rumor
sentirse noche y paloma.
amar a un hombre o a una mujer
sin preguntar lo que debió ser
el privilegio de la soledad
no se cuestiona.
El privilegio de la soledad
nos obsesiona
con un furor casi demencial
e incomprendido.
nos falta a veces por no exigirlo
por no robarlo, o por omitirlo
el privilegio de la soledad
ni se menciona.