Lo triste de envejecer son los recuerdos
más que la piel gastada y la senectud
más que la soledad y la lentitud
más que la vista ajada y el no hay remedio
lo triste de vivir mucho es asistir cuerdo
a la terca invasión de las despedidas
del entorno querido que más se admira
lo triste de vivir mucho son los silencios.
Lo triste de envejecer son los desvelos
multiplicados siempre a por sesenta
por ochenta o por cien según la cuenta
de los años que habitan sobre esos cuerpos.
Lo triste de vivir mucho es el misterio
el que será después de cada partida
a donde irán a beber aquellas fantasías
lo triste de vivir mucho es vivir luego.
Luego que los demás medio deshechos
por la fiebre, el dolor o las agonías
pasaran, dicen mal, que a mejor vida
sin responder jamás, por qué primero.
Sin orden, ni escalafón y sin quererlo
se marcharon dejando abandonados
a estos pobres centinelas del pasado
que sin mucho pudor llamamos viejos.