Me puse a reeditar palabras nuevas
de esas que solo Borges se sabía
buscando una canción de lejanías
de heridas prolongadas y sedientas.
Una canción que me lastime y duela
más acá de tu piel en la agonía
una canción desaforada y fría
que me arrime el temor y lo pervierta.
Quizás ya están rondando los olvidos
más cerca de tu voz y mi tristeza,
quizás ya están faltando los amigos,
quizás ya están pesando las ausencias,
quizás es que no puede estar conmigo
el duende velador de tu presencia.
En un par de minutos logré hacerla
combinando una pizca de locura
con un poco de luna sobre expuesta
y un retablo de angustias en ayuna.
Cuando la pena no se desayuna
se convierte en un ave deshambrienta
que devora sin tregua la fortuna
del más cálido amor y la belleza.