(Milonga A Martín Fierro o Román Giménez)
En este trovar sencillo
Lo que es gaucho te diré
Borrando la mala fe
Del que lo volvió un cuchillo
Un haragán, sólo un pillo
Bueno para el alancear
O bueyes desjarretar
En las furiosas corambres
Con los hijos muertos de hambre
Y él guitarrita y trovar
Y el pobre en su condición
De servicial y parejo
Sin sospechar el manejo
Del mandamás o el patrón
Primereaba en la función
De las revueltas civiles
Achurándose de a miles
Vecinos vueltos contrarios
Con el polvo por sudario
Con una cruz de fusiles
Y creyendo, así, servir
La patria, sus claros trillos
Fue un oficio el del cuchillo
Y una razón: la de herir;
No supo nunca mentir
Fue por amistad y arrojo
Un empecinado abrojo
De la loca caballada
Con la muerte y la Patriada
Como una venda en los ojos
Y después, cuando volvió
Treinta años tengo de ausencia
Y, entre el yuyal, la querencia
Casi no reconoció
Ni siquiera desmontó
Clavó la lanza en el suelo
Y semidesnudo, en pelo
Galopó hacia la tormenta
El que su dolor no sienta
No nació bajo este cielo
Alguno fue a preguntar
Al Juez de Paz o al cacique
Los encontró de palique
Con suertes para firmar
Y comenzó a desconfiar
Que en aquel reparto, nada
Ni una mísera tajada
Iba a quedar a su nombre
Porque él no era un prohombre
Con apellido y espada
Y peleó y se emborrachó
Como el gaucho Martín Fierro
Vuelto león topó a los perros
Sin querer los matrereó
Y en algún abra dejó
Su perseguida pisada
Fue leyenda condenada
Cuento de espanto y de robo
Y el que lo empujó a ser lobo
Comía la borregada
Quiero que me entiendas bien
ésta es la historia sencilla
Del gaucho, de su Mansilla
Por tanta gente de bien
Y, si me entendiste, ven
Sin lágrima, sin lamento
Te pido el recogimiento
De un instante, para oírlo
En ese canto de mirlo
En esa lección del viento
(Los textos en cursiva corresponden a partes recitadas)