Si no roba esta carta alguna alondra
insurrecta, gritando entre tus manos,
te dirá desde siempre, temblorosa,
te quiero hermano.
Te quiero en este instante cuando encuentro
tu vaga dirección en mis papeles,
dice que vives en la calle Vientos
y Cascabeles.
Donde hay un jazminero que da rosas
y un rosal que es un cauce de agua pura
y entre tantos prodigios, luminosa,
tu ternura.
Ha llegado tu voz de otros espacios
en este estanque común, que no varía,
la más alta de todos los batracios,
tu sinfonía.
Y se alzó con la audacia de una tea
a iluminar refugios y recodos
y con ella fundamos una aldea:
canto de todos.
¡Ay Amaury Vidal, pero antes Pérez!,
cantautor de La Habana tan querida,
serás siempre por más de lo que eres:
viaje de ida,
al lugar más lejano del planeta,
y del cosmos y el universo entero,
habitual peripecia de poeta
y milagrero.
¡Ay Amaury!, soy cómplice y testigo,
""la cebolla es escarcha"" de tu llanto
y del mío y el de todos los amigos:
¡cosas del canto!.
Si no fuera posible tu presencia
habría que inventarte, sin dudarlo,
ahí va mi corazón como evidencia,
puedes guardarlo.