Te amaba ayer, te amaba con pasos inseguros, secuelas que arrojaban mis sueños inmaduros. Frivolidad inerme, cabriola tras cabriola, contento de mecerme al ritmo de las olas. Te amaba ayer, es cierto o quizás, no te amaba cuando recién despierto mi corazón buscaba fantasmas y laureles, que suenan de pasada, como los cascabeles que lleva la manada. De ayer a hoy, te amo definitivamente; te amo, tramo a tramo, incondicionalmente; digamos que son tuyas mis cumbres y laderas, dolores y aleluyas, licencias y barreras. De ayer a hoy, te siento mi pulso permanente, mi rosa de los vientos, mi vuelo impenitente origen de la brisa que agita mis banderas, mi piel y mi camisa, mi casa y sus riberas. Te amaba ayer, ¿quién sabe
de qué forma te amaba? pero, qué duda cabe, entonces ya rondaba mi amor, por la cintura gemela de tu alma, abierta la ternura con puertas y ventanas. Te amaba ayer o ¿acaso te amaba desde antes? cuando inició su paso por mí la desbordante corriente de la vida, aún dentro de mi madre, como una bienvenida, ya estabas en mi sangre. De ayer a hoy, te quiero de todas las maneras. Empieza desde cero: te quiero como quieras, si quieres como amante febril y arrebatado, si quieres titubeante si quieres sosegado. Sin que lo sepa nadie, como algo clandestino. Si quieres como el aire que mueve los molinos; igual me vale el modo, humilde o altanero: del todo y hasta todo te amaba y hoy te quiero.