El farol de una calle cualquiera, de una ciudad cualquiera, ve tanta gente pasar... unos mascando su odio... otros amando, detrás... unos que son poderosos y otros que son, nada más. El farol de una calle cualquiera, de una ciudad cualquiera, ve tanta gente pasar... unos que ríen a voces, otros que ríen, nomás... unos que aprietan el alma, para no echarse a llorar. Al farol de una calle cualquiera, de una ciudad cualquiera, le quisiera preguntar: ""¿Por qué los hombres, aveces, sin detenerse a dudar, le tiran piedras y apagan su corazón de metal?"". El farol de una calle cualquiera, de una ciudad cualquiera, me podría contestar que: ""En todas partes hay hombres que pretenden apagar la luz que más les alumbra en su oscuro caminar"". Yo también le he tirado mi piedra al farol de una calle cualquiera.
Muchos son los culpables y a veces, pocos son los que sienten vergüenza. El farol de una calle cualquiera, de una ciudad cualquiera, ve tanta gente pasar, unas que venden amores... otros que van a comprar... las unas, llevan colores y los otros, soledad. El farol de una calle cualquiera, de una ciudad cualquiera, ve tanta gente pasar... algún borracho cantando... nada más que por cantar... y otro borracho que tiene muchas cosas que olvidar. Yo también le he cantado mi copla al farol de una calle cualquiera. Yo también me perdí en una copa, por tratar de quemar una pena. El farol de una calle cualquiera, de una ciudad cualquiera, ve tantas cosas pasar... Cosas que son de la gente, gentes que son, nada más... Unos llegan y se quedan y otros llegan y se van.