Fue Melchor quien la puso en mi ventana
sobre un par de zapatos siderales,
me monté al despertar sobre sus alas
y até mi corazón a sus pedales.
Timbre a timbre, como una sinfonía,
se llenó mi niñez de resonancias.
¡Era azul, como azul eran los días
luminosos, lejanos de mi infancia!
Era la luz, mi bicicleta luz;
la libertad, era la libertad;
las fantasías en su plenitud,
el mediodía de la ingenuidad.
Era la luz, mi bicicleta luz,
era vivir con imaginación,
salir volando por el tragaluz
y pedalear en dirección al sol.
Hoy la vida me deja cotidiana
en mis pobres zapatos la rutina;
ya Melchor se ha batido en retirada,
no se puede volar en la oficina.
Prisionero de horarios y planillas,
de lugares comunes y vacíos,
yo quisiera volver sobre su silla
y en las alas librarme del hastío.
¿Dónde estará mi bicicleta luz?,
¿en qué lugar quedó la libertad,
las fantasías y la plenitud,
el mediodía de la ingenuidad?.
¿Dónde estará la bicicleta luz?,
¿qué sucedió con la imaginación?.
Ya no se escapa por el tragaluz
ni pedalea en dirección al sol.