I
Yo soy flor que se marchita
al sol de la adversidad.
El arbolito en mitad
de la llanura infinita.
La paloma, pobrecita,
que arrastran los aquilones,
entre oscuros nubarrones
de tempestades airadas.
Soy la barca abandonada
en el mar de las pasiones.
II
Soy el ave que al bajar
de los aires fatigada,
no tiene ni una enramada,
ni un árbol en que anidar
y si vuelve a levantar
las tristes alas del suelo,
encuentra nublado el cielo
y deshecha la tormenta,
y el pájaro se lamenta
y vuelve a tender su vuelo.
III
Yo no canto por llamar
la atención que no merezco.
Yo canto porque padezco
penas que quiero olvidar;
que tan solo con cantar
se va al viento nuestra pena
y yo tengo el alma llena
de pesares y amarguras.
¡Más que en la pampa hay anchura...
más que en la mar hay arena!...
IV
¡Adiós primorosa flor!
Adiós lucero invariable,
solamente comparable
a la estrella de mi amor.
Cuando sientas un dolor
parecido al que yo siento,
Dios quiera que tu lamento
no sucumba en la ignorancia
y atraviese la distancia
sobre las olas del viento.