Yo no me sé ni tu nombre jamás volveré a buscarte pero presiento que parte de mí, se fue tras tu nombre no hay cosa que más me asombre que este asalto de sirenas advierto que me cercenas y voy perdiendo terreno me está matando el sereno y aún siento que me serenas. Se desdibuja tu cara perdida por los rincones en sutiles callejones que el sueño desenmascara la luna se descascara cuajada y arrepentida de iluminar tu partida cuando la noche se alfombra que ya no sé si te nombra mi voz por sana o raída. Se están secando los ríos y las mareas demoran y las hojas se devoran en los parajes sombríos pareciera que son míos tus ojos acuchillados y en los albores dorados de la mañana que empieza se desmontan pieza a pieza tus besos enamorados. Si duele este amor callado es porque carga una herida desmantelada y vencida mi corazón deshojado el invierno no ha llegado ya el hielo cala mis sesos mis dedos reclaman presos la ingravidez de tu lumbre y se agiganta la cumbre desde tu luz a mis huesos. Yo no me sé ni tu nombre jamás volveré a buscarte pero presiento que parte de mí, se fue tras tu nombre.