De esa muchacha que fuma dicen apenas que huele a oro y espuma y a fruta fresca que tiene un brillo corto como ninguna, un costal de emociones y una quimera. De esa muchacha que fuma liban los bares, los insectos nocturnos y las quimeras, los gladiolos usados, los bulevares, los sábados, los tintes y las tragedias. Esa muchacha que fuma me disipaba entonaba mis fueros, mis alegrías me babeaba de rabia cuando saltaba de bragueta en bragueta y de esquina a esquina. Ay muchacha que fuma ya probó su eficacia remitiendo al presente mis añoranzas. Ay muchacha que fuma ay muchacha que canta me devuelve el aroma de la distancia. Esa muchacha que fuma se dispersaba cuando el sol asomaba por las hendijas agotada y difusa se retiraba y al final de la tarde reaparecía. Esa muchacha que fuma me encandilaba jadeaba y me trepaba por la entrepierna que mejor deslumbraba cuando alcanzaba el momento crucial de su incandescencia. De esa muchacha que fuma me enamoraba y la perdí por macho o por sinvergüenza hoy cuanto más la quiero, más se me acaba y cuando más la busco, más se me aleja