Nunca para el viernes fue mejor el gusto ni más tibio el aire, ni cándido el tiempo porque tu regresas a pasmarme el rumbo con toda la anchura de tu don violento. Nunca tuve de hombre en la coraza el susto fuera del temor de tu pequeño gesto siempre tan ingenuo y tan inseguro nunca para un viernes fue mejor un beso. El reloj, don de la razón retó, un fin de semana al corazón impreso. Nunca para un viernes tuve tal diluvio de ansia desbordada y de ternura inquieta porque te apareces en el mundo justo cuando a declinar mi juventud empieza. Nunca tuvo un viernes un color tan chulo donde cada espacio de la luz despierta y en la maravilla de volar se abjuro porque cada estrella a titilar de apresta. Nunca tuvo un ángel un mejor refugio que bajo las alas de tu primavera. Nunca para el viernes el amor sostuvo toda su energía desplegada y honda ni de tal encanto esa penota supo ni de tal bandera la niñez blasona Nunca aceleró con más vigor el pulso que en la intrepidez que tu partida asoma por eso los sueños valen un segundo cuando la alegría se nos desmorona. Hasta para el viernes más caro y profundo tendrás un domingo que se lo devora.