Creà que buscaba las moras negras, y encontré la rosa de zarza. Creà que cogÃa la rosa blanca, y se hincó la espina en mis venas. Creà que saldrÃa clavel caliente, y brotó un arroyo de leche. Creà que el arroyo se hundÃa en tierra, y fluyó al Océano verde. Creà que era aquello el verde Océano, y era el rÃo eterno de estrellas Creà que hallarÃa, cruzando el cielo, al Señor del todo y la nada. Y sólo encontré puñado de moras que de amor en mi mano sangraban.