Quiso tener un hijo para llamarlo Luna y por querer, lo quiso más que ninguna. Que todas las estrellas de las alturas, fueran madre con ella, una por una. Quiso tener un hijo para estrenarlo a tiempo, antes de que la vida le ponga precio. Le amarre la fortuna entre los dedos o acaso la locura, la luz o el miedo. Quiso tener un hijo y se marchó a buscarlo. Revisó las galaxias, astro por astro. Se llenaron de niebla sus ojos claros, en las muchas tinieblas del desengaño. Quiso tener un hijo, pero no tiene nada más que un paisaje triste en la mirada y un mundo de muñecos sobre la cama y el alma, como el cuarto, desordenada. Es esa pobre vieja que sentada en la plaza, ve jugar a los niños alucinada. Ella hubiera querido llamarlo Luna... y por querer, lo quiso más que ninguna. Aunque jamás lo dijo, la vieja de la plaza sé, que esperaba un hijo, yo sé que lo esperaba, mas se fueron sus sueños de trasnochada y como no volvieron ya no espera más nada.